Azoospermia: ¿Es posible el embarazo?

25 de junio de 2019

La azoospermia es la ausencia de espermatozoides en el semen.

El semen puede presentar diversos problemas relacionados con un descenso en la calidad o cantidad de los espermatozoides, como la azoospermia. Sobre la baja movilidad o astenozoospermia, ya te hablamos en este otro artículo.

Hoy en día, aún en casos con muy bajo recuento espermático o de muy baja calidad, se puede conseguir el embarazo. Pero, en ocasiones, lo que ocurre es que no hay espermatozoides en el semen; es lo que se conoce como azoospermia. ¿Es posible lograr el embarazo en estos casos?

¿Qué es la azoospermia?

Uno de los problemas de fertilidad de origen masculino con los que más nos encontramos es la azoospermia que, como su propio nombre indica, implica la ausencia absoluta de espermatozoides en el eyaculado.

Entre los parámetros macroscópicos fundamentales que se valoran en el seminograma o espermiograma, es decir, el análisis del semen, están el volumen eyaculado (debe ser de más de 1,5 ml), el pH (debe ser alcalino) y el aspecto (el semen debe ser de color grisáceo, tener poca opacidad y ser homogéneo).

Al analizarlo con el microscopio, el semen debe presentar una concentración de al menos 15 millones de espermatozoides por mililitro y más de 39 millones en el total del eyaculado; al menos la mitad de los espermatozoides de una muestra deberían estar vivos y la tercera parte de ellos, moverse con progresión. También se valora su morfología, que debería ser perfecta en su cabeza, parte intermedia y cola, en al menos un 4%.

Que no se alcance alguno de estos parámetros de referencia no quiere decir que sea imposible conseguir el embarazo, pero sí es una alarma que nos hace sospechar que los testículos pueden estar funcionando de forma inadecuada y que el potencial reproductivo del varón puede verse comprometido.

Por el contrario, en el caso de que se confirme en varios eyaculados que el hombre padece azoospermia, al no haber espermatozoides en el semen, aunque haya erección y eyaculación normal, sí habría, en principio, si no se corrige, imposibilidad de conseguir el embarazo de forma natural. Sin embargo, lo fundamental en estos casos es saber exactamente cuál es la causa que está produciendo esa azoospermia, si es algo circunstancial o definitivo, y si hay posibilidad de tratarla, porque en un alto porcentaje de casos es así.

Azoospermia

¿Qué puede causar azoospermia?

Cuando en el semen no hay espermatozoides, puede ser debido a dos causas: que los testículos no estén fabricando espermatozoides o que haya una obstrucción en la vía seminal que no permita la salida de los espermatozoides.

Así, diferenciamos la Azoospermia Testicular (o secretora) y la Azoospermia Obstructiva (o excretora). Las implicaciones clínicas de estos dos tipos de azoospermia son radicalmente diferentes, tanto para la salud del propio hombre, como para la de su descendencia, así como para el pronóstico de éxito del tratamiento.

La azoospermia obstructiva suele deberse fundamentalmente a tres causas: un defecto de nacimiento en la formación de los conductos de salida de los espermatozoides, una inflamación crónica local, que puede haber pasado totalmente inadvertida o no pero que cicatriza los conductos por dentro, o una obstrucción voluntaria, como es el caso de los pacientes que se han realizado una vasectomía.

En cualquiera de los tres casos, el varón presentará una función sexual (erección, eyaculación…) completamente normal. Dependiendo de cuál sea la causa, es posible que pueda ser solucionada mediante un tratamiento médico. En otros casos, como en la malformación congénita o la vasectomía previa, se recurre a la obtención directa de espermatozoides del testículo, con los cuales se fecundarán los óvulos de la pareja. Hay otros casos, menos frecuentes, en los cuales el origen de la azoospermia es un problema en la eyaculación y su tratamiento suele ser sencillo.

Cuando la azoospermia es secretora, son los testículos los que están funcionando de forma incorrecta. En muchas ocasiones, sí fabrican algunos espermatozoides, pero en tan escasa cantidad que no llegan a salir en el eyaculado. En estos casos, también pueden obtenerse estos espermatozoides de los testículos para hacer un tratamiento de fertilidad, pero hay que tener muy en cuenta dos circunstancias:

  • La primera es que estos pocos espermatozoides, al funcionar mal los testículos, pueden estar “mal fabricados” y tener su información genética alterada, lo cual puede suponer un riesgo genético para el futuro bebé. Esto no implica que no se puedan utilizar y conseguir con ellos un embarazo sano, pero sí que es algo que debemos tener muy en cuenta al llevar a cabo el tratamiento.
  • La segunda es que la azoospermia secretora se relaciona con un mayor riesgo de cáncer de testículo. El cáncer de testículo es el más frecuente en adultos jóvenes, pero su diagnóstico precoz ofrece un pronóstico de curación muy alto. Por ello, independientemente del proyecto reproductivo de cada pareja, el varón debe ser siempre valorado desde un punto de vista clínico, que va más allá del estudio aislado del semen y, en caso de azoospermia, hay que tener siempre presente este mayor riesgo de que exista un proceso tumoral.

La azoospermia secretora es debida muchas veces a una causa congénita, es decir, se nace con esta alteración que solo puede ser descubierta cuando se busca tener un hijo. En ocasiones, se puede sospechar antes su existencia como, por ejemplo, cuando en la infancia alguno de los testículos no se encontraba en la bolsa escrotal (criptorquidia) o cuando hay algún tipo de alteración hormonal asociada. Otras veces, la azoospermia secretora no es de nacimiento, sino debida a alguna causa como un traumatismo severo, una enfermedad general severa, tratamiento de radio o quimioterapia o algún otro factor que, al ser tratado, puede permitir que se fabriquen espermatozoides de nuevo.

Azoospermia

Diagnóstico de la azoospermia

Como hemos visto, lo fundamental es que un médico especializado haga un diagnóstico de cuál es la causa de la azoospermia, especialmente si es testicular u obstructiva, por las implicaciones que esta tiene para la salud del propio paciente, la salud de su descendencia y para el pronóstico del tratamiento.

Aparte de la visita médica, en la que se recogerán todos los detalles de la historia clínica del paciente y se le realizará una exploración, las pruebas que habitualmente se piden van encaminadas a confirmar la existencia de la azoospermia con un seminograma (ya que puede ocurrir que en una muestra de semen no se encuentren espermatozoides por una mala eyaculación pero que luego en otras sí haya) y a conocer si la causa es testicular u obstructiva.

Para ello se solicita una analítica de sangre en la que se lleva a cabo una valoración hormonal, y una ecografía, donde se examinan las características del contenido de la bolsa escrotal, los testículos, su vascularización, los conductos de salida, la próstata, la vejiga, los riñones, etc. Con este sencillo estudio –anamnesis, exploración, seminogramas, valoración hormonal y ecografía urológica y genital– el andrólogo ya tendrá una idea muy aproximada de cuál es la causa de la azoospermia y podrá ir orientando el tratamiento más indicado.

Es frecuente que sea necesario completar el estudio con algún tipo de prueba genética (cariotipo, estudio de microdeleciones del cromosoma Y, estudio del gen de la fibrosis quística, estudio de la meiosis…), para alcanzar el diagnóstico definitivo y valorar si existe algún riesgo genético para los futuros hijos.

En algunas ocasiones, está indicada la realización de una biopsia testicular, una intervención sencilla a través de la cual se obtiene una mínima cantidad de tejido del testículo que permitirá saber, de forma definitiva, si este está produciendo espermatozoides o no, valorar su calidad genética y conservarlos congelados para su posterior utilización en un tratamiento de reproducción asistida.

Azoospermia y embarazo: ¿Es posible?

Durante muchos años, la azoospermia no era prácticamente estudiada porque era difícil su tratamiento y en la mayoría de los casos se terminaba recurriendo a la utilización de semen de donante.

Afortunadamente, a día de hoy, gracias a los avances en medicina reproductiva, tener azoospermia no es sinónimo de no poder ser padre. Actualmente, es posible lograr el embarazo en un gran número de casos aunque, por supuesto, como siempre en medicina, el pronóstico dependerá de cada caso concreto y del diagnóstico de la azoospermia.

Cuando se trata de una azoospermia obstructiva, el tratamiento se deberá enfocar a encontrar el origen que la produce y tratar de solucionar la causa que impide la salida de los espermatozoides.

Cuando la obstrucción es debida a una malformación congénita o por una vasectomía u otra causa no tratable con medicación, es posible, en la mayoría de los casos, obtener espermatozoides directamente del testículo mediante una sencilla técnicas como la TESA, que se combina con la realización de una fecundación in vitro mediante ICSI o microinyección espermática, para asegurar los mejores resultados.

En el caso de la azoospermia secretora, se identificará también el problema que la produce y se tratará de solucionar, siempre y cuando sea posible. Si es debida a una alteración hormonal, suele ser sencillo recuperar la producción de espermatozoides mediante un tratamiento médico específico.

Si no es posible recuperar la espermatogénesis (fabricación de espermatozoides) con medicación, se realizará una toma de tejido testicular (biopsia testicular o TESE) para conocer la causa concreta de la azoospermia y saber si hay o no fabricación de espermatozoides. Esta intervención tendrá, por tanto, un carácter diagnóstico, aunque en caso de encontrar espermatozoides, estos serán conservados por congelación o vitrificación para poder ser utilizados en un tratamiento de fecundación asistida.

Azoospermia y embarazo

En cualquier circunstancia, y más allá de buscar una solución al problema reproductivo que presenta el varón, es fundamental no quedarnos ahí y completar el diagnóstico para valorar un posible riesgo para la salud del paciente y, sobre todo, un posible riesgo genético grave para su descendencia.

Aunque en la mayoría de los casos se encuentra alguna solución efectiva pata tratar la azoospermia, hay pacientes con alteraciones testiculares de nacimiento de los que no es posible obtener espermatozoides propios con los que llevar a cabo un tratamiento. En estas circunstancias, y habiendo descartado todas las opciones, la mayoría de las parejas opta por recurrir a la donación de semen, un tratamiento de reproducción asistida que aporta también seguridad y eficacia.

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