Gabriel, mi mejor regalo de Navidad

19 de diciembre de 2019

Nos escribió su historia a oscuras, en su portátil, mientras su pequeño Gabriel dormía. La noche es el único momento de tranquilidad que tiene ahora Paula y, en esta ocasión, nos dedicó un ratito de su descanso para contarnos su experiencia en reproducción asistida.

La semana pasada, como antesala de las fiestas, te contamos la historia de Violeta. Y hoy no podíamos celebrar la llegada de la Navidad de otra manera mejor que con el testimonio de Paula. A continuación, te dejamos su historia, narrada con sus propias palabras.

La historia de Paula: Positivismo y valor hasta lograr un sueño

“No me preguntes por qué, pero sabía que algún día cuidaría de una personita. Después de estar buscándolo y ver cómo cada vez volvía mi ciclo a comenzar y mis años a contar, no quise obsesionarme, pero pasado un año no tuve ningún prejuicio, vergüenza o duda en acudir a Crea, porque sabía que alguien me iba a ayudar y a explicarme lo que estaba pasando.

 

Conocía casos de amigos que habían acudido a clínicas antes que nosotros y sabía la suerte que tenemos en Valencia de contar con profesionales desde hace tiempo en esta rama y cómo había avanzado en nuestra provincia todo lo relacionado con la reproducción asistida.

 

Después de estudios hormonales, ecografías y analíticas varias, descubrimos que la dificultad física de calidad, movilidad, etc. de los espermatozoides hacía que, de forma natural, no nos fuera posible lograr el embarazo, por lo que sabíamos que una fecundación in vitro nos daba más posibilidades. Entonces, fue cuando pasamos al segundo paso, al saber que la carga genética de mi pareja no se copiaba entera en todas las muestras, algo que representaba un verdadero problema.

 

Lo extraño que es el ADN lo vemos en todas las partes de nuestro cuerpo, desde los ojos, el pelo o la piel, en todos los parecidos que encontramos a nuestros padres y familia… Y, sin embargo, pocos somos los que hemos tenido que hacernos un estudio completo. Seguramente suene a película futurista, pero dentro de una o, como mucho, de dos generaciones, conocer nuestro ADN será algo tan obvio como cualquier otra analítica. En nuestro caso, gracias a ese estudio supimos cuál era nuestra dificultad y la posible solución en lo que yo llamo, realmente, el mejor regalo que mis padres me pudieron dar y el que también le he dado a mi hijo. Mi herencia genética ha hecho posible completar la de mi pareja y obtener dos posibles embriones con carga completa y perfecta.

 

Siempre he tenido suerte y soy una persona muy optimista en todo. Por eso, el momento de afrontar cada resultado del proceso hizo que nunca perdiera la esperanza de poder llegar a gestar a mi pequeño. No me gusta obsesionarme ni informarme en internet sobre este tema; además, siempre que me he encontrado un problema en mi vida me han educado a que encuentre la mejor solución, sea a la primera, la segunda o las que necesite.

 

No tengo desarreglos hormonales, mi reserva ovárica era mejor de lo que la estadística, según mis 41 años, sugería, ni tampoco padezco enfermedades o complicaciones que pudieran complicar una gestación, por lo que todos esos pasos fueron muy rápidos en mi caso.

 

Despues de varias ecografías y analíticas, pasé a la estimulación hormonal previa a la obtención de los óvulos, que en mi caso fue de lo más curiosa. Sin miedo a las agujas y esperándome cualquier efecto secundario de los que me habían advertido, me dio por una hiperactividad como si un “superpoder” natural me hubiera tocado y me dedique a podar, cortar y arreglar todos -y digo todos- los setos y árboles de mi casa, ¡ahorrándome un dineral en jardineros, claro! Pero lo increíble era ver que la sensación de que todo iba a salir bien no me dejó desde entonces.

 

Cada día que pasaba, hablaba con las personas del laboratorio y me informaban de que todos nuestros embriones iban adelante. La realidad superaba las posibilidades, y mucho más las probabilidades, que en nuestro caso eran el puro azar y su combinación. Al sexto día y tras un estudio genético previo a la implantación, había dos embriones perfectos. Uno de ellos duerme ahora a mi lado y crece rapidísimo, con 10 meses, en los que ya ni me acuerdo de todo lo que pasé.

 

El embarazo fue un periodo precioso en el que no sufrí ninguna complicación ni antojo. Eso sí, el huevo y todo lo frito estaba prohibido a un radio de 10 metros de mí, porque si no me ponía malísima, y fue por ello por lo que me acabé comiendo un pedazo de bocadillo de tortilla de mi madre el primer día en el hospital. Durante el embarazo, me di cuenta de que, lo que hasta entonces había visto como una desventaja -el hecho de ser grande y tener reservas (dícese sobrepeso)-, hizo que mi pequeño tuviera de dónde coger y que, al final, solo aumentara 6 kilos en total, algo que tanto mi armario como mi cuerpo agradecieron.

 

Hoy en día os puedo contar que tengo un bebé muy tranquilo, tanto para comunicarse, como para comer y para dormir, aunque no me sorprende, ya que en mi tripa ya lo era con sus movimientos tranquilos y sus patadas suaves. Es muy sociable, como yo, y tiene curiosidad por conocer todo: personas, expresiones faciales, sabores, texturas, sonidos… Por eso, sus ojos se abren todavía más, si pueden, y su cara es una continua expresión de sorpresa cada vez que aprende algo nuevo. No necesita llorar para pedir las cosas o decir que algo no le gusta, pues para ello solo has de mirarle y ver qué cara pone. Ahora es un bebé dependiente de mis cuidados y es agradecido tocándome, abrazándome y dejándose querer.

 

Mi mejor regalo de Navidad

Volviendo a la experiencia en la clínica, de verdad que el trato humano que recibí fue increíble. Nunca me sentí como una paciente, sino como alguien de quien se preocupan y cuidan hasta el final de todo el proceso. Recuerdo la cara del genetista justo el día 21 de diciembre de 2018, diciéndome que daba igual que jugara a la lotería, ya que con la herencia que me habían dejado mis padres ya me había tocado para siempre.

 

También recuerdo la llamada de la psicóloga preguntándome cómo estaba tras el tratamiento hormonal, y casi quedo con ella a tomarme una “tapita” por lo sorprendida que la dejé al escucharme lo animada que estaba y de lo positiva que era y de que estaba preparada para el peor resultado… Afortunadamente, no tuve ningún trastorno ni laboral, ni físico, ni psicológico, por eso quizás valoro más a las otras madres que han tenido que lidiar con mas obstáculos que yo.

 

Cuento mi historia sin ningún reparo, pero con mucha cautela, a otras mujeres que han de pasar como yo por un tratamiento de reproducción asistida, ya que cada mujer e historia es diferente, no sabes con qué te vas a encontrar, ni las veces que tendrás que sobreponerte, ni el tiempo, esfuerzo o dedicación que vas a tener que dar, pero todo ello es algo que solo después de haber pasado por ello se puede valorar.

 

No hay consejo mejor para mujeres u otras parejas que, por favor, confíen en profesionales que les ayuden a averiguar qué pasa y que les ofrezcan las mejores soluciones y tratamientos; que no somos porcentajes ni estadísticas, sino cuerpos humanos con muchísimas variables, y que una de ellas es la actitud positiva que nunca debemos olvidar y la confianza en los doctores que están y viven para esto.

 

Tras mi paso por Crea, es obvio que mi resultado y mi confianza en ellos hizo que los recomendara en las dos ocasiones que he tenido que dar mi consejo a personas conocidas. No hay mejor agradecimiento, cuando ya ha pasado todo, que saber que acertaste a la primera en elegir tu centro por lo profesionales que son, pero sobre todo me quedo con el trato que me dieron y así lo he transmitido cuando me preguntan.”

Paula nos recalcó que esperaba que el hecho de compartir su historia fuera de ayuda para quien lo necesitara, para animar y dar un poquito más de esperanza a todas aquellas parejas y mujeres que están pasando por una experiencia similar. Nadie dijo que fuera fácil, pero nuestra experiencia, y la de todos los sueños que hemos cumplido junto a nuestros pacientes, nos demuestra que valdrá la pena.

Hoy te deseamos una muy Feliz Navidad: disfruta de la magia de esta fecha tan especial y pide aquello que deseas con todas tus fuerzas. Estamos seguros de que, sea como y cuando sea, llegará.

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